miércoles, 23 de abril de 2014

ESO… de Dolores Fernández Cano.





Aún lo recuerdo. Eso estuvo allí desde aquel día en que lo trajo su hermano. Mi amiga Olivia no soporta la horrorosa visión de eso. Por estar situado en el lugar más estratégico del bufete, no puede eludirlo. Cada vez que entra y sale, sus ojos se deslumbran ante el radiante brillo de eso que pisan sus pies, puesto que lo ha colocado como alfombra. Al mismo tiempo, la piel salvaje, vibra con sus pasos.
Ella, que es una recalcitrante activista, luchadora y defensora de los animales, no puede consentir que eso, que fue en su día un hermoso leopardo, figure como un trofeo, cazado por su hermano Raimundo en un safari al que asistió, acompañado de sus amigos, en el continente africano.
Olivia se siente insatisfecha consigo misma, así que, después de tomar un cortado en el bar del barrio, decide enviar un ultimátum a su hermano, exigiendo que se deshaga del susodicho trofeo, amenazándole con romper sus relaciones familiares.
Raimundo acepta las condiciones impuestas, pues no figura en su ánimo destrozar lazos sanguíneos. Además el amor de hermanos que se profesan, está por encima de todos los esos.




3 comentarios:

  1. Que el amor resista, embista y venza todos los esos que se pongan por delante, claro que sí, Dolores.

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  2. No hay nada como el amor filial. Hay lazos indestructible y los de sangre son muy fuertes.

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  3. Mari, para mi fue muy importante el amor de mis hermanos. Me acuerdo mucho de ellos. Mª Dolores.

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