Les cuento que en mi
casa hubo un misterio que se prolongó por muchos meses, pero al fin se aclaró.
Estando mis padres por
los Madriles, yo noté un fuerte mal olor
en mi habitación, pero malo, malo de verdad.
Revisé, rebusqué y ni
por esas, no había explicación.
Pasaron unos meses;
mis padres volvieron y el mal olor ya no se notaba.
En Navidad, ayudé en
la limpieza a la señora que tenía mi madre, en esa tarea rodábamos todos los
muebles a fondo. Y mira por donde, misterio aclarado, lo vi, más tieso que
Tutankamon, lo cogí con cuidado y bien envuelto, lo despedí de su última
morada.
Descanse en paz el
ocupa ratón Pérez.
Corto, directo, con un ritmo y un tono que ya se ha convertido en tu sello personal, este microrrelato me gusta; su ingenio deja sonrisas en quien lo lee, ¿qué más se puede pedir?
ResponderEliminarSabes que me encanta tu forma de contar las cosas; a nadie dejas indiferente con ese modo tan peculiar y divertido que te caracteriza.
ResponderEliminarNo me gusta que el ratón se llame Pérez. Le tenías que haber bautizado con el nombre Rodolfo. El ratoncito Pérez
ResponderEliminarno puede morir, se acaban las ilusiones de los niños. Mª Dolores.