Buenos días, le digo a
la imagen que se refleja en el espejo cada mañana, mientras la miro con
extrañeza y pienso: ¿la habré visto
antes?. Apenas empieza el nuevo día y ya voy refunfuñando por el pasillo: ¿por qué
habré mirado al espejo como cada mañana?. Me dirijo a la cocina; no hay nada
que no arregle un buen café rociado con unas cucharadas de alegría, fantasía y
buen humor, así, en estas circunstancias, ya me puedo mirar…vamos, con el cóctel
molotov que llevo dentro, ¿quién puede sobrevivir con este yo?. Si me enfado
con el viento, más llega el sol y todo
desaparece. Al momento, veo nubes negras donde luce el sol resplandeciente y
creo que lloverán chuzos de agua caliente en pleno mes de abril, ¡qué más da
que llueva, que haga sol!: en vaqueros, en traje de noche, de día o de noche,
“soy yo”, lunes, domingo, ¡viva la fiesta!. No importa que música toquen,
aunque de pronto me entre la pena o me desborden las emociones y me ponga a llorar, ¡eso es que estoy viva! Mañana será
otro día y a comenzar de nuevo.
Agradecer la dicha de estar vivo con cada despertar, Antidia, claro que sí; de eso me habla tu escrito de esta semana, incluso cuando no nos reconozcamos en ese reflejo del yo ante el espejo.
ResponderEliminar¡Que bonito! es precioso mirarse al espejo y ver reflejada la imagen de la vida. Felicidades
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