lunes, 19 de enero de 2015

BAILAR PEGADOS Elda Díaz







Voy a contar una anécdota que viví hace ya bastantes años. Mi esposo y yo íbamos al baile de casados que todavía hacen en Arafo y lo pasábamos muy bien; había cena y luego baile. Ahí es cuando viene el quid de la cuestión.  A mí me gustaba bailar pegados y a él  bailar suelto.  Bailábamos juntos pero, cuando me daba cuenta me dejaba y empezaba a bailar solo. Entonces, yo no sabía dónde poner las manos y, sintiéndome perdida iba a sentarme en la mesa. Él se tomaba unos whiskies  y terminaba bailando con la columna. Estas son cosas de ayer pero que se recuerdan con cariño.


2 comentarios:

  1. Así es. El tiempo dulcifica las cosas y al verlas en perspectiva adquieren una dimensión distinta; a veces, como ésta, entrañable.

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  2. Tu, comprensiva y cariñosa todo lo ves de color de rosa. Eso es muiy bueno.

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