miércoles, 30 de mayo de 2012

LA AUSENCIA de Candelaria Bacallado




Como cada día, Carmen acudió al trabajo en tren aunque esta vez salió algo más tarde, por lo que estaba contrariada.  Ensimismada en sus pensamientos, no se dio cuenta de que el tren ya había pasado por su parada habitual y, cuando salió de su ensoñación, vio lo lejos que estaba de su trabajo.  Miró el reloj y era demasiado tarde. Empezó a ponerse nerviosa.  Esa mañana no era igual que las demás y es que había tenido una conversación con su hija en la que le comunicó su decisión de irse a vivir a otro lugar, fuera de casa.  En cuestión de segundos, por la mente de Carmen había pasado toda la vida de esa niña, después adolescente y ahora una mujer que tomaba decisiones propias.  Aunque entendía y respetaba sus elecciones de vida, eso no evitaba que sintiera su ausencia, pese a lo cual, no dijo nada; sólo había esbozado una sonrisa de confianza que tranquilizó a la joven.
Ahora, Carmen sólo tenía que recomponerse, hacerse a la idea de la futura ausencia de su hija y seguir su propio tren…

2 comentarios:

  1. Relato sobre el vacío que dejan las ausencias, nuestra resistencia a los cambios, lo doloroso que a veces resultan: cambios, vacíos y ausencias. Muy bien.

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  2. Tenemos que ponernos las pilas y aceptar lo que nos llega de buen grado. Luego estaremos agradecidos a nuestros hijos por sus logros.

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