Estoy
en una iglesia, vine a conocerla y me encontré con la sorpresa de que se va a
celebrar una boda. Me encantan las
bodas, así que me voy a quedar a verla.
Todos los invitados van muy encopetados.
Ellas con sus trajes largos y brillantes, ellos con traje de chaqueta y
pajarita. La novia acaba de llegar del
brazo del padre del novio. Lo sé porque
escuché como alguien cuchicheó sobre el tema a mi lado. No paran de hacerlo y todos se ven muy
nerviosos porque se supone que debe ser el novio quien espere a la novia y no
al revés. Las amigas de la novia han
hecho un corrillo y no paran de hablar, mientras que el cura no deja de mirar
el reloj. Se nota que está
desesperado. Todos, incluido yo, miran
hacia la puerta, aunque está claro que el novio no vendrá; se habrá arrepentido
a última hora.
Muy bien llevado el punto de vista narrativo que se te pidió: de un testigo ajeno al hecho.
ResponderEliminarEso de las bodas es muy bonito pero, cuando toca esperar al novio y no se presenta, feo, feo y decepcionante.Hasta pronto.
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