Aquel
día, el teléfono sonó temprano. Aún no
me había levantado y me sobresalté. Era
una de mis hijas.
-Mamá,
por favor, ven pronto.
Esas
palabras y el tono de su voz al pronunciarlas, me alarmaron.
-¿Qué
pasa?- pregunté.
-¡Ven,
ven! Ha entrado una intrusa en mi casa- fue toda su respuesta.
-Pero…
¿es alguien violento? ¿te quiere hacer daño?- atine a decirle.
-¡No,
no! Nada de eso pero, no sé qué hacer para que se vaya, por favor, ven pronto.
Me
levanté, me vestí con cualquier cosa y me fui corriendo; en menos de diez
minutos ya estaba en su casa. Cuando
entré por la puerta, miré por todas partes y no vi a nadie salvo a mi hija que
no se movía de la esquina donde estaba.
-¿Pero,
dónde está esa intrusa de la que hablas?- pregunté algo enfadada
-Allí,
debajo del sillón – me contestó con un hilo de voz.
Me
agaché y sí, allí estaba: era una tremenda cucaracha que, sin avisar ni pedir
permiso, se había colado por la ventana.
Divertido relato, con buen ritmo y certero tono narrativo que, juntos, llevan al lector hasta un final interesante por lo inesperado.
ResponderEliminarEL INTRUSISMO ESTÁ TIPIFICADO COMO DELITO, ASÍ QUE A LA INTRUSA PUEDEN CAERLES UNOS AÑITOS A LA SOMBRA. TUS DOTES COMO ESCRITORA CADA VEZ SE EVIDENCIAS MÁS. FELICIDADES
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