La primera
vez que mi novio fue a mi pueblo a verme, cogió la guagua desde el Norte a
Granadilla, que era como se hacía la ruta en aquellos años, exactamente 1962. Una vez en Granadilla, tuvo que tomar un taxi
para llegar a San Miguel, donde nunca había estado. Con la dirección en la mano, llegó a casa de
mi hermana la mayor y desde allí me llamó al teléfono de una vecina, ya que en casa no teníamos. Yo marché enseguida a casa de mi hermana y
cuando llegué, allí estaba él, agotado del viaje tan accidentado. Esa noche lo acompañamos a la fonda de Flora,
donde iba a dormir. En aquella época ni
se te ocurría que tu novio se quedara en casa; ni por asomo tus padres te lo
iban a permitir.
Al día
siguiente, ya más calmado después de tanto lío,
mi novio me comentó que hasta que no se comprará un coche, no volvería a
visitarme.
A los quince
días, estando yo en misa, llegó una amiga, que no lo era tanto, toda
alborotada:
-Luisa, ya
llegó Rubén con un coche precioso, está en la plaza.
Esa amiga era la persona más entrometida del
mundo y no me quitó el novio porque no pudo, aunque lo intentó. Siempre estaba pendiente de su llegada, para
ponerse a nuestro lado a ver si podía pescar pero, se fue con el rabo entre las
piernas. Mi novio y yo estábamos muy
enamorados el uno del otro.
Un día le
planté la mosca a aquella intrusa y nunca más se acercó a nosotros;
¡pobrecita!, ¡qué pena me dio!.
Retazos de vida. Estas historias sencillas y cercanas, sacadas de la propia existencia, son siempre bien recibidas por el lector porque destilan autenticidad.
ResponderEliminarPor tus relatos se puede deducir que eres muy romántica y que tu media naranja fue Rubén. También se nota que fuiste muy feliz durante el noviazgo y el matrimonio. Eso es muy bonito, por lo que te felicito.
ResponderEliminar