Mitchel se
encuentra en el vagón del tren que le llevará a la ciudad de Manchester. Va a visitar a su tía Helen. Para distraerse hasta llegar a su destino,
lee un libro. Al notar que entra alguien,
levanta los ojos para comprobar que es un extraño hombre con gabardina y
sombrero negros, igual que el protagonista del libro. Sin salir de su asombro, le saluda con un
movimiento de cabeza y el extraño hombre se acomoda en el asiento de
enfrente. Mientras no deja de pensar
cómo puede ser eso, Mitchel se adormece.
Tras unos minutos de sopor, le despierta el altavoz que indica que la
próxima estación es la suya. Entonces,
se da cuenta de que el extraño hombre, ya no se encuentra en el vagón; lo ha
perdido de vista. Al mirar por la
ventanilla, divisa a su tía que le espera en el andén. Helen es una señora de mediana edad, elegante
y atractiva. Tía y sobrina se saludan
efusivamente. Juntos emprenden el
camino, en su automóvil, que ella misma conduce. Mitchel cuenta a su tía el caso del tren, su
encuentro con el extraño hombre y ella le tranquiliza diciéndole:
-No cabe
duda que sospechar es propio de tu profesión de detective. Yo que tú, no le
daría mayor importancia.
Ya en la
casa, al mismo tiempo que toman el té con pastas y charlan amigablemente, suena
el timbre de la puerta. Helen va a
abrir. Es un hombre. Se saludan y le invita a entrar.
-Sobrino, te
presento al Reverendo Maoli, recién llegado de su viaje a la India y que trae
mi encargo.
Mitchel se
quedó atónito pues resulta ser el extraño hombre del tren que seguía llevando
la gabardina y el sombrero negros.
-Usted venía
en el tren. ¿No se acuerda de mí?
El reverendo
le contesta:
-No, yo
vengo directamente del aeropuerto. Creo
que usted se refiere a mi hermano gemelo.
Se viste igual que yo para pasar desapercibido y captar temas para sus
libros pues es escritor.
Después de
entregar su encargo a Helen, se despide de ambos y se marcha.
La tía de
Mitchel desenvuelve el paquete, se lo enseña a su sobrino. Es un sari de color azul turquesa.
-¿Te gusta?
-Es bonito-
le contesta- pero te ruego que no te fíes de ese reverendo, no creo lo que me
ha contado. En cuanto regrese a Londres,
le investigaré.
Deformación profesional la de este típico detective inglés que parece sacado de una novela policiaca. La atmósfera que envuelve el relato llena de intriga al lector y quien lee lo agradece.
ResponderEliminar¡MAGNIFICA! COMO DE COSTUMBRE, YA SABES CUANTO ME GUSTA LEER TODO LO QUE ESCRIBES. ME APASIONAN TUS HISTORIAS Y SI SON INTRIGANTES COMO ESTA, MUCHO MAS.
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