Era un
pueblo pequeño donde, sus pocos habitantes, se conocían y se criticaban
mutuamente. Por esa razón, a Raquel no
le gustaba residir allí. Siempre ocultando
su secreto, siempre disimulando; no podía vivir con dignidad. Contó a su padre el deseo de marcharse a la
gran ciudad pero, él le suplicó que no se fuera.
-No me dejes
solo, mi salud es delicada, te necesito.
Te quiero tal como eres. Ya
tendrás tiempo de hacer tu vida cuando yo te falte- le repetía.
Un día, al
volver de su trabajo en la peluquería del pueblo, Raquel encontró a su padre
desmayado, en el suelo. Llamó al médico
pero todo resultó inútil pues, a causa del infarto que le sobrevino, falleció.
Cuando
terminaron las exequias, su tío, el hermano de su padre, le preguntó si pensaba
vivir sola en aquella casa, a lo que ella contestó que su pensamiento era
venderla pues tenía intención de irse del pueblo. Aunque a su tío no le gustó su decisión, consiguió
su objetivo. Recogió sus bártulos, se
despidió del trabajo y partió hacia la tal soñada ciudad.
Después de
instalarse y con el dinero que obtuvo de la venta de su casa, se dirigió a una
famosa clínica, con la idea de someterse a la operación de cambio de sexo. Deseaba quitarse ese lastre de encima.
-Por fin
podré ser lo que siempre me he sentido:
un hombre. Cambiaré mi nombre, me
llamaré Raúl como mi padre, Raúl. Podré
liberarse de este secreto y viviré con toda libertad.
Conduces estupendamente tus relatos. Los hilvanas con destreza. Muy bien, Dolores
ResponderEliminarESTO DEL CAMBIO DE SEXO QUE HOY ES TAN RECURRENTE, HACE DOS DÉCADAS, CASI NO SE PODÍA HABLAR DE ELLO.ME ENCANTAN LOS TEMAS DE ACTUALIDAD, SIEMPRE DAS EN CLAVO. ENHORABUENA COMPAÑERA.
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