La viuda era odiada por sus familiares. Vino al funeral de su marido vestida de
aquella manera sin que nadie lo esperase pero, al verla, todos supieron por qué
lo hacía. El hijo de la viuda era el
oveja negra de la familia y la hija trataba de aparentar ser lo que no era; razón por la que la sobrina mojigata la odiaba
hasta el punto de no dirigirle la palabra.
El vecino del ático resultaba sospechoso, con un extraño aspecto no
acorde con su edad. La suegra de la
viuda, era del todo singular, tanto que terminó llevándose bien con la mejor
amiga de la viuda, a la que detestaba.
Con este panorama, no era de extrañar que la viuda urdiera un plan para
dar a todos motivos para seguir hablando de ella a sus espaldas: nada mejor que
llegar vestida de rojo al funeral.
Mi querida Paula, tus progresos sorprendentes, has relatado una historia muy bonita. No digas que no lo haces bien, todo lo contrario, yo diría que magníficamente. Cariñosamente. Mary
ResponderEliminarMe gustó mucho tu plan, Paula.
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