Como cura de
esta parroquia, yo, don Ruperto, estoy asombrado y preocupado. Esto no es normal. Los hombres son cada vez más cobardes e
informales. Es la segunda vez que pasa
en la misma semana. Lo que yo aprecio a
esta familia y no por el dinero que dan, no; incluso no les pensaba
cobrar. Bueno, bueno, dejémoslo en manos
de Dios que, pensándolo bien, por algo se habrá arrepentido el pobre chico de
asistir a su propia boda. ¡Válgame Dios!.
QUERIDA AMIGA, ESPERO QUE PRONTO REGRESES AL TALLER, SE TE HECHA DE MENOS.TU NARRACIÓN ME HA GUSTADO MUCHO. HASTA PRONTO
ResponderEliminarLograste dibujar al personaje, don Ruperto, a través de sus pensamientos. Muy bien
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