Yo estaba en la iglesia por casualidad. Poco a poco se llenó de invitados que yo me
encargué de detallar, observando con cuidado.
Mucho después llegó la novia con el padrino pero la madrina se quedó en
la puerta porque el novio, cosa extraña, no había llegado. Se supone que es el novio quien debe esperar
a la novia en el altar pero, como las modas cambian…
Algo raro debía estar pasando puesto que el cura hablaba con
unos y con otros, sin parar de mirar el reloj y los invitados empezaron a hacer
comentarios en voz baja mientras la novia se notaba nerviosa, casi desesperada.
Oí un comentario.
Alguien comentó que el novio no quería casarse y que iban a suspender la
boda. No sé si la novia ya estaba
llorando cuando apareció de repente el novio: ¡había tenido un accidente!. Caminó hasta el altar y sí, ví como se
celebró la boda. Los invitados marcharon
al convite donde seguramente habrán comido perdices. Espero que sean felices.
Me encanta la forma en la que has contado el relato, desde el punto de vista de un testigo ajeno a los personajes. Muy bien
ResponderEliminar¡MUY BIEN POLONIA! ME PARECE ESTUPENDO COMO TE ANIMAS A ESCRIBIR COSAS MAS LARGAS Y TAN BONITAS. TU RELATO ES PRECIOSO.
ResponderEliminar