Mi madre
política fue una persona excepcional.
Cuando era pequeña, la vida fue dura con ella pero, a pesar de eso,
consiguió ser feliz, gracias a su carácter bondadoso y adaptable.
Tenía diez
años cuando la madre falleció. Al poco
tiempo, su padre se volvió a casar y ella ayudó a criar a sus hermanos. A pesar de que los hijos del segundo
matrimonio estudiaron y ella no, nunca se quejó; por el contrario, ayudaba en
la casa y hablaba bien de la madrastra.
Sólo mencionaba lo que había aprendido de ella. Le estaba agradecida porque le había enseñado
a coser y a saber llevar una familia.
Al casarse,
se fue a vivir a La Laguna, donde nacieron sus dos hijos, siendo el más pequeño
y con el paso de los años, quien se convirtió en mi marido.
De lo único
que se lamentaba era de no haber tenido una hija pero, al convertirse en
abuela, quiso la providencia que los primeros nietos fueran dos niñas, una de
cada hijo. Con ellas se sintió
plenamente feliz durante dos años; luego vinieron los varones pero ya, a ella,
se le había acabado el tiempo.
Nunca podré
olvidar los tres años que convivimos, ni las muchas cosas que me enseñó pero,
lo más que influyó en mí y aquello por lo que más la recuerdo es por el ejemplo
de su propia vida.
He querido
escribir hoy esta semblanza sobre su persona para que mis hijos y nietos, que
no la conocieron, se sientan orgullosos y más cerca de ella.
Bonita y emotiva semblanza de una de esas personas que dejan huella; aquéllas que pasan por nuestra vida dejando en ella su luz propia.
ResponderEliminarNO SE PORQUE ASOCIO A VECES TUS NARRACIONES CON COSAS QUE ME HAN TOCADO VIVIR DE CERCA. YO TUVE UNA SUEGRA EXCEPCIONAL,CARIÑOSA, BONDADOSA, COMPRENSIVA Y SOBRE TODO BUENA PERSONA. SIEMPRE NOS APOYÓ A TODOS; HIJOS, NUERAS, NIETOS, AMIGOS... HA DEJADO UNA HUELLA QUE NO PODREMOS BORRAR.ME CONMUEVE TU SEMBLANZA.
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