En la vida ocurren cosas que no se pueden explicar. Yo, desde que era pequeña, siempre había
tenido un sueño que me hacía feliz, aunque me despertara desasosegada.
Así ocurría con cierta asiduidad hasta que, un caluroso
verano de hace dieciocho años, decidimos ir a pasar una semana a Andorra. Cuando entramos a la ciudad, me pareció que
estaba en un cuento y mis sentimientos se empezaron a revolucionar. Yo pensaba que estar en medio de aquel
maravilloso paisaje, donde un río partía la ciudad, y el ruido del agua al pasar, era como un canto celestial;
todo eso unido, era cercano a lo irreal, hacía que me sintiera en la gloria,
casi como si…estuviera soñando.
Aquella noche fue maravillosa; paseamos a la luz de la luna
en medio de aquel cuento de hadas con sus castillos de torres puntiagudas, las
casas con geranios en las ventanas y las cortinas a cuadros con bolillos y
tantos jardines encerrados entre dos montañas…, ¡una maravilla!...
A la mañana siguiente, me levanté temprano y salí a caminar a
la orilla del río, sola. De pronto, me
encontré con un puente de piedra y me senté a contemplarlo, sentada en un banco
hecho de aquella misma roca gris en el que se veían unas preciosas hiedras
entrelazadas entre sí. Me sentí como en
un jardín cuajado de flores de todos los colores y disfruté con la
contemplación de aquel portento de la naturaleza. Cuando levanté la mirada, de pronto, me vi en
el sueño que solía tener. El entorno era
el mismo y sólo al ver bajar por el paseo la figura de aquel hombre
protagonista de mis sueños, caí en cuenta.
Nunca le había puesto rostro, pero allí estaba, ahora ya sabía quién
era. El corazón se me salía por la boca,
¡Dios mío!. El mismo paisaje, el mismo
ambiente; sólo faltaba que el viejo puente hubiera estado solo para que la realidad
fuera exacta al sueño que, a propósito, a partir de entonces, no se volvió a
repetir jamás.
Una historia preciosa, Carmen, plena de esa atmósfera, ese tono y ese ritmo que tú sabes colocar en tus relatos. Huele a verdad, no importa si la historia es real o no, y eso se agradece. Muy bien.
ResponderEliminarDentro de tu mundo de romanticismo se aprecia que eres feliz. Quiero que sepas que a mí me has sabido introducir en esa forma de expresarte que me parece tan bonita.
ResponderEliminarQue maravilloso, poseer tanta sensibilidad para poder recordar y disfrutar las cosas buenas que has vivido, te felicito por ello, y por la facilidad que tienes para plasmarla en el papel.
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