Dicen que el sol estimula la formación de las hormonas de la
felicidad y ayuda a asimilar la vitamina D.
Debe ser por eso que, cuando nos dejamos acariciar por él, nos sentimos
más vitales y equilibrados, de mejor humor…Sobre todo si ese encuentro ocurre
después de varios meses sin su contacto.
Se sabe que la vida actual, nos obliga a menudo a permanecer
encerrados durante horas, bajo la luz artificial y los cortos días de invierno
hacen que salgamos de casa de noche y que volvamos a ella cuando el sol ya se
ha puesto.
Por todas esas razones, cuando todas las mañanas, el da el
sol en el patio de mi casa, me pongo allí con los brazos abiertos, como si
volara de cara a él, el astro rey.
Sí, Luisa. ¡Cuán necesarios esos rayitos de sol diario que nos alegran el día y que nos ponen en sintonía con la vida! En Canarias somos privilegiados pues casi siempre gozamos de su compañía. En otros lugares del mundo, esa riqueza es más escasa y por eso, tal vez, más venerada. Me viene ahora a la menta una canción que le cantaba a mis hijos: "Sol, solecito, caliéntame un poquito, para hoy para mañana, para toda la semana".
ResponderEliminarUn bonito homenaje al astro rey, muy merecido.
ResponderEliminarLuisa, cada vez narras más bonito. A mi el Sol me encanta en el inverno.
ResponderEliminarMª Dolores.