Estos guineos son, han
sido y serán de todos los tiempos; repetidos sobre todo por las mamás y las
abuelas. Antes, cuando llegabas a la pubertad, se disparaban, por lo rancio de
la época y los prejuicios arraigados nos machacaban: ¡a las nueve en casa, fundamento! y todo por el qué dirán. Nos
comieron el coco y nos convirtieron en unas reprimidas. Mejor sólo un novio y de
blanco puro; total que llegábamos al matrimonio más bobas que una cáscara
de plátano, todo por el qué dirán. Decía mi abuela, ¡el agua que se derrama en la
tierra no se puede recoger! ¡sálvenos Dios de las malas lenguas!.
Me gusta el título que has puesto a tu escrito de esta semana. Has traído a colación una palabra canaria casi olvidada, por el desuso, y celebro que la rescates. Guineo es una repetición molesta, monótona e inoportuna que, como las que nos describes, nos lanzaban a quemarropa y sin compasión, como método educativo de aquellas épocas en las que la represión mandaba. Ahora los guineos son otros; ya nos los cuestionarán mañana nuestros nietos, seguro que sí.
ResponderEliminarMe gusta el refrán de tu abuela, nunca lo había oído antes, pero, tiene mucha razón.
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