Han pasado años
y, a pesar de ello, aún se seguían queriendo, no obstante sus diferencias. Al verla, Sergio se alborotó.
-¡Hola, cariño! –le
dijo muy alegre.
Elena le
extendió sus brazos muy contenta.
-¿Qué tal? ¡Cuánto
tiempo sin vernos.
-¿Cómo van
nuestras cosas? -le espeto Sergio, un poco
seco.
Un poco
asombrada, ella le contestó de inmediato.
-¡Qué recibiendo
tan abrupto!
-Disculpa, hace
tanto tiempo que no nos vemos que no puedo evitar estar un poco receloso –se disculpó
él.
Elena se sonrojó
y bajó la cabeza y entonces él sonrío con un gesto un poco irónico. Siguieron caminando uno al lado del otro, con
pasos firmes y ligeros, hacia una cafetería cercana.
Entraron a un
salón majestuoso, se sentaron en unas mullidas butacas y pidieron al camarero
dos té con leche. Sergio miró a los ojos
a Elena.
-Cariño, ésta
será la última vez que nos veamos –lanzó de pronto.
-¿Cuál es la
razón de esa decisión? – preguntó Elena al mismo tiempo que palidecía.
-Te advierto, –afirmó
Sergio con voz segura –te aseguro que no es mi voluntad. El destino ha querido ponerme esta prueba sin
poder defenderme.
-¿Estás enfermo?
–quiso saber, dejando escapar un suspiro.
Él asintió con
la cabeza. Y se largó, dejando en ella
la angustia de que él se desprendió, haciéndole vivir en la incertidumbre el
resto de sus días.
Conversación intensa y definitiva, en medio de la dolorosa atmósfera que solo conocen las despedidas. Muy bien, Carmen.
ResponderEliminar¡Eres buena chiquilla! Se puede apreciar por lo que escribes, que no eres novata en estas lides. Una conversación en toda regla.
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