Hoy trabajo en el turno de noche. Quiero salir antes para hablar con mi novio;
no entiendo su actitud. Últimamente está
muy cambiado, frío, distante conmigo.
Hoy le diré que lo nuestro no funciona. ¡No sé como decírselo!. No quiero herirle…
Llego a casa, voy a nuestro cuarto, abro la puerta y
me quedo helada: ¡mi novio en la cama, retozando con el vecino del
quinto!. Salgo de allí asqueada. ¡Esos lotes son los que lo alejaban de mí!. Y mira que es guapo, es un Rod Hudson, pero
igualito por dentro que por fuera. ¡Qué desperdicio!, en fin:
“¡No
hay mal que por bien no venga!”
Me había estado preguntando cómo ibas a resolver este relato con moraleja, dándole tu vuelta de tuerca personal. ¡Te has superado con la historia de este trío amoroso tan particular!. Gracias por las risas y las sonrisas, Caya.
ResponderEliminarQuerida Caya, me encanta todo lo que escribes y te envidio tú imaginación,y no me digas que eso se lo digo a todas, porque no es verdad.
ResponderEliminarTe mereces los elogios de las comentaristas, sigo pensando que eres ¡ fantástica!
ResponderEliminar