No sé si eso de tener la boca sellada, que es una
metáfora, es decir, no hablar, callar, siempre será tan bueno.
Muchas veces se evitarían situaciones que, según va
pasando el tiempo, se van enquistando hasta llegar el momento en que la vida se
hace insostenible.
La joven de mi relato estaba casa y, aparentemente, su vida
era feliz, con un marido que, de cara a la galería, era un modelo de
persona. Tenían dos niños preciosos,
pero su vida en común era un infierno.
Recibía malos tratos, me refiero a golpes y vejaciones y su entorno ni
lo sospechaba. Además le era infiel,
hasta que no pudo aguantar más y decidió contárselo a su familia.
Ella pensó que no valía la pena seguir con la boca
sellada y vivir en el infierno en el que lo hacía. Pusieron fin a su vida en común.
Hoy es otra mujer libre sin tener que soportar una vida
falsa.
Ojalá todas estas historias, tristemente reales, terminaran de modo tan feliz.
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