Volver a aquella casa lo había sumergido en un
torbellino de recuerdos. Estaba tan abstraído
que no vislumbró las luces del coche que se acercaba al jardín y, como en otros
tiempos, el frío del atardecer hizo que decidiera adentrarse en la casa,
buscando el calor del hogar y su quietud.
No imaginaba que esta vez sería compartida. Al llegar al salón, encontró dos maletas pero
ningún rastro de sus dueños.
El silencio hizo que no se diera cuenta de que los dueños de la casa están en el jardín, a punto de entrar a su casa. ¿Qué pasará cuando se den cuenta? ¿Es un intruso o acaso es otra la historia? ¡Silencio, silencio, dejemos paso a la imaginación!. Muy interesante, Candelaria.
ResponderEliminarMe intrigan esas maletas; ¿sabremos algún día con quien iba a compartir la casa el protagonista de la historia?
ResponderEliminarVaya misterio, ¿Qué contendrá, las misteriosas maletas?.
ResponderEliminarDolores.