Hace siete años que conozco a María y he llegado a
la conclusión de que no es lo que aparenta.
Detrás de su carácter alegre y a veces disparatado, se esconde un mundo
de insatisfacción. Se ha pasado toda la
vida viviendo para los demás, sin pensar en ella y, ahora, cuando mira hacia
atrás, se da cuenta de que no ha vivido; pero ya no puede retroceder y para
cambiar necesitaría un esfuerzo que no
podría realizar, pues sus energías han ido mermando.
Yo le pido a Dios que su vida cambie y que conozca a
un hombre que la quiera como ella se merece porque, María, a parte de ser una
gran persona, sólo tiene sesenta años y es dueña de una belleza muy
peculiar. Sólo le falta aumentar su
autoestima y pensar que ella también es parte del mundo y tiene el mismo
derecho que los demás a ser feliz.
Ojalá que la María de tu historia –que muy bien puede servir de reflejo a muchas otras Marías anónimas–logre lo que ansías para ella. Además de todos los buenos atributos que posee, cuenta con el regalo de la amistad que solo desea buenas cosas para ella.
ResponderEliminar¿Quien será María? me he preguntado sin lograr una respuesta. Sea quien sea, le deseo lo mejor.
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