El día que me comentaron que íbamos a tener una
profesora de literatura para todas las que quisiéramos recordar lo estudiado en
la niñez, me gustó la idea, aunque me daba mucho corte. Ya había perdido la costumbre de escribir;
solo la lista de la compra y poco más.
Escribir y, sobre todo, leer en voz alta delante de
otras personas, me daba vergüenza; y todavía hoy me pongo nerviosa.
Yo nunca imaginé que pudiera inventarme las
historias que escribo y que me hacen rememorar anécdotas de mi vida. Es verdad que, a veces, no me viene la
inspiración y no sé sobre qué escribir, pero de pronto, me vienen las ideas y
siempre termino escribiendo algo, aunque en ocasiones me invente historias que
son un disparate. Siempre he tenido
imaginación pero hasta ahora, no había sabido plasmarla sobre el papel.
Mis hijos y otros familiares están sorprendidos de
mis relatos y yo debo decir que estoy a gusto en la clase, con mis compañeras y
con Isabel, la profe; gracias a sus enseñanzas y consejos he aprendido a crear
cuentos.
He sido afortunada testigo, en primera fila, de tus fantásticos progresos en el mundo de la narrativa. Puedo dar fe de la viva imaginación que posees, así como la habilidad –en positivo progreso – de trasladar esa creatividad y fantasía a tus relatos, siempre jugosos, llenos de intriga y giros inesperados. Saber que mis clases surten este efecto enriquecedor, me reafirma en la idea de que invertir tanto amor en ellas, tiene sentido. Gracias, Naty.
ResponderEliminarConstantemente me sorprendes con tu imaginación desbordante; leo tus historias con avidez y cariño. Que continúes así por mucho tiempo es lo que te deseo.
ResponderEliminarHas adelantado bastante en tus narraciones. Son simpáticas. Ánimo.
ResponderEliminarDolores.