miércoles, 17 de diciembre de 2014

¡A VIVIR QUE SON DOS DÍAS! Carmen Garcés



Al llegar a casa de Gloria y cruzar la verja del jardín, lo que vi me impresionó: objetos tirados por todos lados, caos, suciedad…  No parecía que aquel lugar pudiera pertenecerle; ella siempre tan organizada y escrupulosa, ¡excesivamente escrupulosa!, pero ¡si aquello parecía un vertedero!, pensé.

De pie en el umbral de la desvencijada puerta, dándome la bienvenida estaba ella.  Entré y eché una ojeada al salón y, si afuera parecía estar mal, dentro era aún por.  ¿Cómo podía Gloria vivir en estas condiciones?. No podía explicármelo.  Habíamos sido amigas durante muchos años y siempre fue muy cuidadosa con ella y su entorno.  Pasaba horas ante el espejo para que todos la vieran más hermosa cada día. ¡Cuántas discrepancias tuvimos por eso!.  Yo solía decirle que ni una modelo tardaba tanto como ella en arreglarse.  Y ahora se muestra despeinada, con la ropa arrugada, ¡hecha un completo desastre!.  Yo sé que ha pasado momentos difíciles, su enfermedad la llevó casi al borde de la muerte, pero eso no es justificación para tener tanta dejadez, ¡de ninguna manera!.  Aunque somos amigas y la quiero, no puedo compartir esta postura tan extremista; desentenderse de todo pensando que hay que vivir que son dos días.  Espero que recapacite y retome las riendas de su vida.


¡QUÉ HERENCIA! Candelaria Díaz





Mientras me tomo un café, miro una foto de la casona señorial que acabo de heredar; ¡me quedo con cara de guanaja!.  Es enorme, ¿qué hago yo con ella? ¡es mucho pa mí!.  Y la condición que me ponen es no venderla. ¡Ah! y junto a la casa, un coche color rosa, ¡fuerte cursilada!; los que vivían aquí tenían que ser pijos.  En fin, cuando mi tío me la donó, antes de verla, pensé en una casita, pero ¡mira parai!, tengo que vivirla y no la podré mantener.  Estoy amargada aunque… acabo de tener una idea:  me dejo una parte pequeña pa mí y lo demás lo dejo para nuestro club de Flores del Teide. ¡Qué bueno!.  Las invito a la inauguración y todas y todos de etiqueta, como se merece la gran casa y en cuanto a la monada de coche, se lo dejo a Amalia que con este color no se nos pierde.


martes, 16 de diciembre de 2014

JAULAS VACÍAS Elda Díaz



    
Yo creo que esta jaula vacía está medio rara, porque yo tengo en casa un loro y está todo el día suelto.  No está en cautiverio pero, por la noche, se va a la jaula que tiene siempre la puerta abierta y allí va sólo a dormir.  Mi loro así es muy feliz.  La jaula de esta foto es bien distinta porque tiene al lado una vela encendida, lo que me hace pensar que tal vez este otro loro se marchó, no fuera a ser que se quemara.

            -¡Me voy a buscar otra vida mejor! –habrá dicho antes de salir volando por la ventana.


MIRADA Carmen Margarita




       



Una tarde de otoño salí a pasear.  Entré a una plaza y me senté en un banco a descansar.  Al poco tiempo, llegó una anciana y se sentó a mi lado.  Pronto empezó a hablarme de sus recuerdos, de todo lo que había vivido; momentos buenos y malos.  Como todo el mundo, le dije.  Ella, entonces, me contestó que no todo el mundo lleva igual los avatares de la vida.  La miré y vi en sus ojos una mirada evocadora, tan profunda que me conmovió.  Pensé en cuánta magma de tormentas y melancolías, amores y desamores reflejaban aquel rostro y aquellos ojos.  Le comenté que todo tenía una recompensa, porque llegar a su edad con una mente tan clara, era una bendición de Dios.  Poco después, me levanté y me despedí.  Le di las gracias por todo lo que había aprendido en dos horas a su lado.  Al escucharme, se le llenaron sus preciosos ojos de lágrimas y con voz temblorosa, me agradeció haber escuchado el relato evocador y melancólico de su vida.

LAS LÍNEAS DEL TIEMPO Mary Rancel



Muchas veces, antes de dormir, vienen a mi mente instantáneas del pasado; esos momentos evocadores de mi vida pasan delante de mis adormecidos ojos como si de una película se tratara.
Recuerdo aquel lugar en que nací: un latifundio de verdes y extensas praderas donde fui feliz.  Paseaba, corría y jugaba; no existía el peligro.  Pero, un día, mis asombrados ojos vieron con sorpresa, como emergían de la tierra unas líneas paralelas hechas con listones de madera, rematadas a ambos lados por largas vigas.  Cada día iban creciendo más y más; parecían interminables.  Les puse por nombre “Las líneas del tiempo”.  Los entendidos las llamaron “Las vías del tren”.
A partir de entonces, no pude jugar como antaño con mis amistades, pues no lográbamos divertirnos como hacíamos antes de que brotaran aquellas nefastas líneas del tiempo. ¡Temíamos perder la vida!
Ahora estoy en la metrópoli, vivo en una bonita finca, soy mimada y admirada; los visitantes me hacen fotos y me sacan en videos para llevar mi imagen a sus casas, como recuerdo.  A pesar de disfrutar con todo, evoco con nostalgia y cariño mi vida anterior en el campo.  Soy consciente de mi fama, mi cara ha sido portada de revistas y todos me conocen como “La vaca que ríe”.




LOS DINOSAURIOS DE HOY Luisa Delgado Bello



¿Qué les digo yo de los dinosaurios si hace millones de años que desaparecieron del planeta?.  Unos dicen que los eliminó un cataclismo muy grande que ocurrió por un cambio climático.  Con certeza nadie  sabe cómo fue su extinción de la faz de la tierra.
¿Ustedes se han parado a pensar las cosas que ocurren en los días que nos ha tocado vivir?  Tal parece que estuviéramos rodeados de dinosaurios y éstos no se van ni con agua caliente.  Para mí, todos esos políticos corruptos que viven de los demás son peores que los Tyrannosaurus rex, aquellos saurios carnívoros que se comían todo lo que se ponía por delante.  Estos de ahora sí que son peligrosos.  Todos ellos me dan… pena, por no decir otra cosa.

¡QUÉ CALOR! Edelmira Linares





Papi, cariño, ¡vamos a bañarnos! ¡qué calor!.  Tú sabes que yo soy como el chocolate, ¡rico, rico!... ¡dulce, dulce! y apetezco a todas horas, pero con el calor …¡me derrito!.  Así que si no quieres que tu bomboncito lo pase mal y se quede como un Paladín a la taza, levanta ese culito de la hamaca y vamos a darnos un chapuzón, que el agua está fresquita y refresca un montón. 
¿Ves, cariñito mío, qué bien lo estamos pasando los dos juntitos en este mar inmenso?.  Ahora, cuando salgamos del agua, me pides en el chiringuito un zumo de piña, en lo que yo me seco bajo el sol.

             –¡Camarero, un zumo de piña!

            –¿Para usted, señor?

          –¡Nooo! Para esa mulata que no me deja en paz.  ¡Si ella supiera que soy alérgico al chocolate!


VOLCANES EN ERUPCIÓN Lucía Hernández



Recuerdo que en mi juventud, durante varios días, surgieron en La Palma unos temblores de tierra que causaron un miedo impresionante a todos.  Temblaba y a la vez caía una extraña arena muy fina.  Así fue hasta que un día, por sorpresa, se abrió un hueco en una montaña,  el cual se expulsaba unas enormes llamas de fuego que iban corriendo, dejando atrás algo parecido a un río de fuego.  Hoy en día se ven sólo las huellas por donde pasó.  A este volcán lo llamaron “San Juan”.
Al paso de los años, surgió otro en Fuencaliente.  Fuimos a verlo de cerca y fue francamente impactante.  Desprendía unos golpes de tal magnitud que la tierra temblaba, al tiempo que expulsaba unas lenguas de fuego que corrían hacía el mar.  Cuando tocaba el agua, ocasionaba una explosión tan grande que parecían fuertes truenos.  El nombre esta vez fue Volcán de Teneguía. 
Y como siempre existen milagros, en el pueblo de Las Manchas, hay una ermita con la imagen de San Nicolás y sucedió que, cuando la lava se acercaba, aquel brazo de fuego se abrió en dos, dejando la ermita intacta en el centro.  No le pasó nada.

Hoy en día la isla es muy visitada.  Existen rutas alrededor de los volcanes que sirven de atracción para el turismo.


LA NOCHE QUE ESTALLÓ EL VOLCÁN Dolores Fernández Cano



Existe un lirón que desea tener apasionados sueños.  Como se acerca el invierno, que es la estación del largo descanso para este animal, tiene a bien encargar al pájaro carpintero que le construya una cómoda y vistosa cama, a fin de poder disfrutar las noches invernales con su media naranja, la despampanante lirona.  
El pájaro carpintero, con las hormigas obreras, trabaja a destajo para conseguir un exótico lecho conyugal.  La golondrina, madrina de boda de la parejita, borda unos cojines para proporcionar un toque seductor al entorno.

El lirón, gozoso, entra en su dúplex, quedando extasiado al contemplar la espectacular joya.  Sin saber cómo, un torbellino de fuego y materias abrasadas, recorren todo su cuerpo, sintiéndose dispuesto para el apoteósico galanteo.  ¡¡Por fin estaba en su reino!!


TESTIGO MUDO Natividad Morín


Ella es una bailarina de renombre; la primera figura de la compañía de ballet más importante del momento.  Ha llegado hasta allí con mucho trabajo y esfuerzo y, en ese trayecto, dejó atrás a la familia, a los amigos y a un hombre del que todavía se acuerda.  ¿Valió la pena?.  A menudo siente nostalgia. ¿Cómo hubiera sido su vida al lado de la persona de la que había estado enamorada? ¿Se equivocó cuando eligió el baile frente a todo lo demás?.   A ella le resulta emocionante oír los aplausos, las felicitaciones; esa la llena de orgullo pero… los años pasan y ahora empieza a darse cuenta de que no vale la pena ni la fama ni el éxito, si no tienes a tu familia o a tu pareja; alguien con quien compartirla.
Al llegar a casa, solamente la recibe un personaje al que adora.  Cuando tras el éxito, llega su hogar cansada, él, su perro, se convierte en el testigo mudo de sus triunfos y tristezas.




miércoles, 10 de diciembre de 2014

YO NO SOY ESA Mary Rancel






         Salí con la panda, los chicos con las chicas nos divertimos en la fiesta de Blas. Como me tienen prohibido bailar pegados, no hago caso, porque yo soy rebelde, no lo puedo evitar.  Recuerdo aquel día que me dijiste somos novios, me sentí como la gata bajo la lluvia y, aunque parezca ilógico, me pregunté: ¿y quién es él? y, el subconsciente, como si leyera tu pensamiento, me respondió: yo soy aquel, ese joven bandido que solo busca un beso y una flor, el que nunca dirá devuélveme a mi chica.  No me pude controlar y como una llorona, sin consuelo, me dije: ay pena penita pena, se nos rompió el amor antes de usarlo.  ¿A quién le importa si tengo el corazón partido?  A nadie.


CANCIONERO PARA UN AUTORRETRATO Dolores Fernández Cano




         No soy de aquí, ni soy de allá.  No me siento de ningún lugar.  No poseo carisma ni sex-appeal.  En carne viva sufro el fuera de juego y como una ola, voy y vengo.  A mi manera, continuo el camino diario, pues… ¿a quién le importa lo que hago, pienso y siento?

         Yo no soy esa que dice sí a todo, para complacer a los demás, a los de siempre, para que luego me den como respuesta que debo conformarme con un ramito de violetas.  Soy rebelde, pues con el paso del tiempo, ya no me queda nada de la chica de ayer, tímida y temerosa.  A pesar de los reveses, tengo el corazón contento lleno de alegría, y con él seguiré buscando en el baúl de los recuerdos un rayo de sol que me ilumine y proporcione calor humano.


VIVIR CANTANDO Edelmira Linares





         Vete, con tus mentiras, vete, lejos de aquí. Estoy buscando en el baúl de los recuerdos y… cualquier tiempo pasado fue mejor, pues eres como una espinita que se me ha clavado en el corazón, así que…¡no controles mis sentidos!, no controles que ya yo no soy la chica de ayer. ¿Cómo pudiste hacerme esto a mí? Yo que te hubiese querido hasta el fin.  Yo sin ti no soy nada; una niña tonta que moja su almohada. 

         Y es que vivir así es morir de amor, por eso te pido un beso y una flor y…vete, con tus mentiras, vete…


CANCIONERO Antidia Iraida



         Mi carro me lo robaron y me dejaron el corazón en carne viva, sin embargo, sigo aquí como un rayo de sol viviendo la vida a mi manera, a la espera de que me regalen un ramito de violetas, como una dama dama de alta cama. ¿Por qué no vamos a la fiesta de Blás para bailar pegados? Así no diremos que se nos rompió el amor, ni tampoco gritaremos ay pena penita pena.
         Tengo el corazón partido pensando en la chica de ayer; me la robaron, así que voy en una ola gritando devuélveme a mi chica y te regalo una rosa y una mirada de estos ojos verdes. Mira, que  yo no soy de aquí ni soy de allá, pero estando contigo me siento feliz.
         Mas no creas, yo no soy esa que va por la vida llorando; no quiero que me llamen la llorona, pero a mi manera, me siento tuya, como una gata bajo la lluvia y…¿a quién le importa?, sí, yo soy rebelde porque contigo lo aprendí.  Si somos novios, la vida sigue igual, buscando en el baúl de los recuerdos, un beso y una flor.  Tú sigues siendo aquel que me regaló un pastel, a quien no le importa si yo canto que Ana María se fue. Como un bandido, tú sólo contestas que ya volveré.

         Me voy, sí, cantando mi limón mi limonero, porque el amor verdadero ni se compra ni se vende, por eso los chicos con las chicas deben estar, no sin antes preguntarse: ¿y quién es él? ¿a qué dedica el tiempo libre?


DE CANCIÓN EN CANCIÓN Natividad Morín



         Cuando fui invitada a La fiesta de Blas, conocí a un chico guapísimo, con unos ojos verdes preciosos.  Estuvimos  toda la noche bailando; yo lo hacía a mi manera, pero él me decía que bailar pegados es bailar.  Al final, me dejó el corazón contento y ahora somos novios.
         Al contárselo a mi madre, ella me preguntó: ¿Y quién es él?. Yo le contesté lo que él me dice: No soy de aquí ni soy de allá, pero… ¿a quién le importa? Porque estando contigo, me siento feliz.
         Mas, pasado unos meses, se nos rompió el amor y…¡ay pena, penita, pena! ¡tengo una llorona!.  Mis amigas me animan a que sea la chica de ayer; ¡imposible! ¡fue tan cariñoso!; siempre me regalaba un beso y una flor y, cuando llegó a mi vida fue como si llegara un rayo de sol.
         Ahora me siento como la gata bajo la lluvia y todo por culpa de ese bandido que me dejó el corazón partido.




POPURRI DE MIS CANCIONES Luisa Delgado Bello




         Buscando en el baúl de los recuerdos, me encontré un ramito de violetas junto a una nota que decía:
         Tengo el corazón contento, estando contigo me siento feliz. Para mí eres como un rayo de sol y yo te quiero a mi manera. Tú eres la gata bajo la lluvia; me tienes el corazón en carne viva.
         Entonces, yo le dejé nota con la contestación:
         Como una ola tu amor llegó a mi vida, como una ola de amor y sin medida, te quiero tanto que sin estar contigo te tengo a mi lado, bailando pegados diecinueve días y quinientas noches.




miércoles, 3 de diciembre de 2014

LA HERRADURA Dolores Fernández Cano




       Pensó que si colgaba la herradura , algo extraordinario sucedería.  Manolín se la había encontrado cuando jugaba en el parque.  Se hallaba entre las flores, brillaba con esplendor.  Sin dudarlo la cogió pues sabía, por lo que cuentan, que representa la buena suerte.  La colgaría en la puerta de su casa para que volvieran las espléndidas relaciones.  Últimamente sus padres discutían mucho y él no lo soportaba.  Sí, no había más que decir, distraídamente echó una mirada a su alrededor para observar que nadie lo vigilaba.  Con disimulo, la guardó en el bolsillo izquierdo de su pantalón y, rápidamente emprendió el camino hacia su casa, rebosante de alegría…


SUPERSTICIONES DÍA DE SAN JUAN Edelmira Linares



         Aunque son creencias contrarias a la razón, desde tiempos inmemorables nos acompañan.
         En mi más tierna infancia, la víspera del día de San Juan tirábamos tres papas bajo la cama; una pelada, otra a medio pelar y la última peluda.  Al amanecer el día 24, a tientas cogíamos una al azar y dependiendo cuál fuera la escogida, así sería tu supuesto marido.  Como esta costumbre, había cientos pero para no aburrir sólo una les voy a relatar.
         Se decía que el nombre de la primera persona que vieras pasar en la mañana, así se llamaría el hombre que con quien te casarías. ¡Cómo se nota que todos nos conocíamos!.  Una vecina algo presumida y con aires de grandeza, cuando se asomó a la ventana el día en cuestión, vio pasar a un trabajador con sus enseres a cuesta.  Al preguntarle la madre ¿a quién viste pasar?, ella respondió ¡bah, el cuartillo ese de mierda!, será que iba a trabajar. Ese era el apodo por el que era conocido aquel hombre.

         Pasaron unos años y esta chica aún seguía soltera y ya estaba preocupada pues se le iba a pasar el arroz.  De modo que, cuando aquel hombre regresó viudo de Venezuela, a donde había emigrado, le tiró los tejos y, ¡cómo son las cosas del destino!, se casaron finalmente.  No sé si fue por dinero, porque estaba escrito o porque San Juan así se lo avisó.  Lo que sí sé es que así sucedió.


ROMPIENDO CON LA SUPERSTICIÓN Amalia Jorge Frías


         El colegio donde yo estudié hasta que cumplí los diez años se llamaba Santa Teresita del Niño Jesús y estaba situado cerca de la Plaza Weyler en la calle Robaina.  En esa época no existía el transporte escolar y usábamos los medios que estaban a nuestro alcance; el mío era la guagua que iba hasta Ballester.  La ida y vuelta costaba una peseta.  Mi madre se la daba a unas chicas mayores que cogían la misma ruta, para que me llevaran.  Eran dos hermanas y me sentaban en sus rodillas para así quedarse con la peseta que, entonces, era dinero.
         Un día de invierno, subiendo por la avenida de General Mola, a la altura del Cine Tenerife, la guagua se averió, mientras llovía torrencialmente.  Todos los pasajeros tuvimos que bajar.  Yo, sin ver ni esperar a las niñas a quien mi madre me había confiado, empecé a caminar sin tener en cuenta el palo de agua que caía; entonces no lo llamaban tormenta, ya que en aquellos inviernos era habitual que lloviera con tanta fuerza.
         Cuando faltaba poco para llegar a mi casa, una señora que me conocía, se compadeció al verme totalmente empapada y me prestó un paraguas.  La puerta de mi casa estaba abierta y yo entré corriendo sin soltarlo.  Teníamos los dos tanta agua encima que parecía que una nube había entrado conmigo.  Mi madre, al verme, lo primero que dijo fue ¡como vienes! y ¡cierra el paraguas que trae mala suerte!.  Yo lo lancé al suelo abierto del todo.  Mi madre, sin parar de secarme y de cambiarme de ropa, no dejaba de lamentar y repetir que alguna desgracia grande nos iba a pasar por haber entrado a la casa con el paraguas abierto.  Yo pensaba, mientras la oía, que lo único bueno que había tenido ese día era que me prestaran el paraguas; ¿cómo nos iba a pasar nada malo?.  Y, en realidad, nada nos pasó.  Este suceso sirvió para que mi madre perdiera el miedo y para que yo jamás lo haya tenido.

         Siempre he pensado que son historias del pasado más antiguas aún que la que yo hoy he contado, que se remonta a 1950, y a las cuales no hay que prestarles atención.


¿SUPERSTICIÓN? Candelaria Bacallado


         De pequeña, escuché relatos sobre la noche de San Juan que me impactaron.  Existía la creencia de que esa noche mágica si se ponía un recipiente lleno de agua al sereno de la noche y a la mañana siguiente se miraba en el agua, aquel que no viera su rostro reflejado, moriría ese año.
         Había una joven en el pueblo que, junto a sus primos, esa noche siguió el ritual del agua.  A la mañana siguiente salió en busca del recipiente para mirarse en el agua pero…¡no vio su rostro!. 

         Ese mismo año, enfermó de tuberculosis y murió.  A veces no se sabe si las creencias son supersticiones o premoniciones. 


ELLA, EL MARTES Y EL 13 Mary Rancel



         Ella, que nació en martes y 13, nunca ha creído en eso que se comenta de que es augurio de mala suerte.  Le consta que es solo una superstición.  Siempre se ha considerado una persona afortunada, con sus altos y bajos –como la mayoría de la gente–.  ¿Qué no le ha tocado la lotería?, es cierto, pero… no descarta que algún día pueda ocurrirle.  Ella, afirma que no es supersticiosa, aunque a pesar de todo, como los gallegos, dice “no creo en las brujas pero, haberlas haylas”.
         Piensa que el 13 es un número como otro cualquiera, hasta lo considera bonito. Le parece elegante y con cierta gracia.  Del 1 manifiesta que posee distinción; está delgado, erguido y tiene aires de galán de película.  En cuanto al 3, lo cree simpático, efusivo, un poquito rechoncho y con aspecto de buenazo.  Respecto del martes, opina que es el día que marca la pauta para llegar al ecuador de la semana y que eso tiene su importancia.
         Ella desea que el estigma de martes y 13 desaparezca, que sea desmitificado y se vea con la misma normalidad de cualquier otro número y día de la semana.




TOCO MADERA Elda Díaz







Yo no creo en las supersticiones pero…, por miedo a que los planes se trunquen, toco madera y si no la tengo cerca, me tocó la cabeza que la mía es de buen roble. ¡Toc, toc!.  Y eso que no creo, que si creyera… 





martes, 2 de diciembre de 2014

EL SOMBRERO Natividad Morín





Allí estaba aquel sombrero de ala ancha que un día había pertenecido a un hombre honrado, trabajador y muy querido por sus hijos y nietos. Estos últimos lo recuerdan con mucho cariño, cuando les contaban cuentos e historias de su vida.  Rememoran como le quitaban el sombrero que siempre llevaba puesto.  El abuelo les regañaba cuando los niños lo ponían encima de la cama.  Ellos sabían que a él no le gustaba que lo colocaran allí, porque decía que eso daba mala suerte.  ¡Cuántos recuerdos vinieron a la mente al ver aquel sombrero!


DERRAMAR LA SAL Luisa Delgado Bello





Marta gritó despavorida cuando el tarro de sal se le cayó al suelo.  Su madre siempre le había dicho que derramar sal era un presagio de mala suerte y que si eso le ocurría, no se casaría nunca.  Esa superstición ha sido transmitida de madres a hijas y Marta cree en ella a pies juntillas, así que le contaré lo que mi madre nos decía, aquello de que si se nos caía la sal, tirásemos un vaso de agua al patio y así se anulaba la mala suerte.  No es que yo crea mucho en eso, pero a pesar de todo, cada vez que me pasa, hago lo que decía mi madre, por si acaso…¿me escuchas, Marta?


LA VIDA CAMBIA Antidia Iraida




La vida es así.  Aquella era una frase que se decía siempre, pero por fortuna cada día es menos cierta; hoy se planifican nacimientos y hasta la hora de la muerte es posible hacerlo algunas veces, también.  Gracias a la ciencia y sus últimos adelantos, todo puede cambiar. Cuando los motores de nuestro cuerpo fallan, otros dejan repuestos para que podamos seguir adelante.  Nos ponemos en manos de otros seres a quienes la vida les ha dotado de habilidades para que puedan llevar a cabo tales recambios.  Al igual que la hora de nacer, todo es posible ser programado; la ciencia tiene la solución para casi todo.  Bienvenidos al cambio, dejemos atrás la frase en cuestión; esa que decía: la vida es así.


SOÑADO TRÉBOL DE CUATRO HOJAS Candelaria Díaz


         Según la leyenda, cuando echaron a Eva del paraíso, se llevó un trébol de cuatro hojas; por eso, desde entonces, se cree que da buena suerte.  Eso es una utopía; ¡qué absurdo lo de la buena suerte!, a la pobre le pusieron la nota más alta en  el pecado: a vagar por la tierra, un hijo malo que le mató al bueno, luego le nació otro bondadoso, de ahí que medio mundo sea bueno y el otro medio, malo.

         Yo tengo un trébol de cuatro hojas y si creo en eso, puede que me saque el gordo de la lotería con un décimo que le compré a un gato negro.




martes, 25 de noviembre de 2014

¡QUÉ PENA! Natividad Morín


         Crispín se dio cuenta de que ya los vecinos no mandaban tantas cartas como antes, ¿por qué sería?, con lo que bien que se lo pasaba él leyendo los escritos: secretos de amores, desamores, adulterio…Sí, ya sé que soy un chismoso –se decía– pero era tan aburrido ser un buzón y aquella era la única forma de pasar algún momento divertido.  Si los vecinos supieran que él conocía sus secretos, seguro que lo denunciarían, pero pensándolo bien, ¡eso es una locura!; ¿cómo se puede denunciar a un buzón que no tiene vida?, él sólo era una cosa redonda, de cemento amarillo con una puerta pequeña y una ranura para meter las cartas.
         Un día, Crispín salió de dudas; gracias a una chica que colocó en él una carta, se enteró que la culpa la tenía internet, el móvil con su whatsapp, ¡qué rabia!, ¿por qué lo habrán inventado? ¡con lo bonito que es escribir y contar sus cosas…y de paso, él podía enterarse de todo.
         No se dan cuenta de que mandar cartas es más barato y así practican la escritura, ¡qué pena!, de ahora en adelante todo será distinto, y Crispín se volverá un buzón triste y aburrido.




EL COMIENZO Mary Rancel





         Terminábamos de cenar cuando escuchamos un extraño sonido que provenía del patio.  Quedamos expectantes un instante.  He dicho bien; ¡un instante!, porque avivadamente nuestras voces se entrecruzaron exponiendo cada uno su idea acerca del ruido y de qué, o quién podía producirlo.  Entre la algarabía, mis padres convinieron:
         –Son cosas del viento, sacudió las hojas secas del otoño.  No hay porque alarmarse.
         –Fue un cohete de la fiesta del barrio, cayó en el patio como cada año.  No pasa nada –farfulló entre dientes mi tío.
         –Es inequívoco, ha sido la gata en busca de la tortuga para jugar con ella, que movió las ramas de la madreselva.  El ruido fue tenue –afirmaron convencidos los abuelos.
         Por último, yo, el pequeño de la casa, exclamó:
         –¡Se equivocan todos!, ¡fue mi despertador!  Lo dejé en el borde del macetón del limonero con la alarma puesta; sabía que se escucharía en medio del mutismo de la cena y propiciaría una velada divertida, no como de costumbre; siempre enmudecidas, mirando al televisor mientras comen.  ¡Si parecen atontados! –y mostrando mi pícara y ancha sonrisa, añadí gritando– ¡He dado en el clavo! ¿A qué sí?  Ya pueden irse preparando porque este es el comienzo de muchas y divertidas sobremesas.  





VERSIÓN ORIGINAL Dolores Fernández Cano



         He de empezar diciendo que lo que voy a narrar se me ocurrió en una tarde calurosa y aburrida del mes de agosto.
         Sucedió un domingo cualquiera en un piso cualquiera, donde se escuchaba de fondo la canción interpretada por Joan Manuel Serrat, “Hoy puede ser un gran día”.  Yurena, al mismo tiempo que oye esta melodía, se acicala con esmero frente al coqueto espejo del cuarto de baño.  Mientras todos descansan por ser festivo, ella, algo nerviosa, se prepara para acudir a su primer trabajo.  Sí, a pesar de ser domingo, la han llamado para empezar la jornada laboral, pues siendo como es, una activa políglota, superó las pruebas con acierto; ya que habla correctamente, además de su lengua materna, el inglés, francés y algo de italiano.  Sin lugar a dudas, triunfará en la cafetería de postín donde ha sido contratada.
         Puesta a punto, Yurena sale a la calle, respira hondo, sube a su coche para dirigirse al curro y, justo cuando pone el motor en marcha, exclama para sí con agrado:
         –Desde luego, ¡hoy a a ser un gran día!





martes, 18 de noviembre de 2014

NOCHE DE PELÍCULA Natividad Morín





La bronca fue tremenda, la mayoría de los vecinos la escuchamos.  Era ya de madrugada, yo estaba durmiendo cuando me despertaron los pasos de alguien corriendo por la azotea; porque yo vivo en el último piso.  Me levanté y fui hacia la puerta de entrada.  Desde allí oí como alguien bajaba rápidamente las escaleras.  Enseguida me dirigí al balcón y me asomé.  Fue cuando vi a cuatro o cinco policías vigilando los portales.  De pronto, del mío salió un chico con una mochila a la espalda.  Los agentes se abalanzaron sobre él, lo redujeron.  ¡Al suelo, al suelo!, le gritaban.  El muchacho obedeció enseguida y se tiró al piso con los brazos en cruz.  Lo registraron y le quitaron la mochila.  El chico gritaba cuando le pusieron las esposas.  Se lo llevaron detenido.  Fue una noche muy movidita; ¡una noche de película!.



A MÍ PLIN Edelmira Linares







Era mi día libre.  Llevaba semanas planeando todo lo que quería hacer y la ilusión me mantenía viva desde entonces.  Hacía meses que no había podido tener ni un solo minuto para mí; ¡ni uno solo!.
Cuando lo vi entrar, justo en ese mismo instante, lo supe.  Sabía lo que me iba a pedir; su cara lo delataba y yo no estaba dispuesta a claudicar ni un día más.  Pasó por mi lado y se detuvo, se acercó y… nada más empezar a hablar, le dije con voz imperativa:

 –¡A mí plin! –y nada más decirlo, salí por la puerta más fresca que una lechuga.



LA ÚLTIMA VEZ Amalia Jorge Frías






         Terminábamos de cenar, cuando mi padre dijo, ¿ por qué no se van acostando ustedes que yo iré dentro de un rato?.  No había pasado diez minutos cuando oímos un estrepitoso ruido.  Corrimos al comedor y allí estaba él, en el suelo, inmóvil.  Nos parecía irreal que minutos antes estuviéramos los cuatro compartiendo comida y conversación, sin imaginar que aquella era la última oportunidad de nuestras vidas de estar los cuatro juntos, y que ya nunca más lo volveríamos a repetir
         Así fue como me  relató mi esposo, pocos meses después de conocernos,  la muerte de su padre a los cincuenta y un años y como este terrible hecho cambió la vida de su madre, la de su hermano y la suya propia, dejándolos con un recuerdo imborrable, marcados para siempre.





CALABAZA, CALABAZA… Teresa Jiménez



¿Quién iba a pensar que esta hortaliza iba a ser la felicidad de la Cenicienta?  Con ese carruaje en el que se convirtió, llevó a la feliz joven al baile, aunque después ella perdiera un zapato.  Eso no tuvo importancia porque poco después llegó el colorín colorado este cuento se ha acabado y todos tan felices comiendo perdices.

Muchas calabazas hace falta hoy en día para la juventud, pero no disfrazadas de carruajes, sino de trabajo.


SOLO Luisa Delgado Bello






Andas diciendo que estás solo.  Quizá es hora de darle un cambio a tu vida.  Tal vez sea bueno experimentar cosas nuevas para ti.  A la mayoría de nosotros nos pasa eso, te entiendo muy bien, pero también es verdad que depende de tu actitud.  Pregúntate qué es lo que quieres, o qué es lo que te hace falta…  Mira, la próxima vez que te sientas solo o triste, habla con alguien.  Si quieres, conmigo.  Aquí, en esta hoja de papel, tendrás una buena amiga.  ¡Qué tengas suerte!



¡SINVERGÜENZA, ATREVIDO! Elda Díaz



Teniendo yo catorce años, me sucedió algo que no he olvidado en mi vida.  Aconteció que estando en la calle, subí por el balcón para no dar la vuelta.  Estaba en ello cuando sentí como un chico que venía detrás de mí, colocaba sus manos de modo que abarcaban mi trasero, para ayudarme a subir.  Yo me quedé roja como una amapola y no podía ni hablar.  Algunas personas que pasaban por allí y vieron lo sucedido, comenzaron a gritarle a viva voz:
 –¡Sinvergüenza, atrevido!

Al pasar los años, volví a verlo otra vez.  Se había convertido en un policía.  Creo que no se acordaba de mí o…se hizo el despistado.


HISTORIAS PARA UN LIBRO Candelaria Díaz




         He de empezar diciendo que…ya soy vieja, sin tópicos; los años han pasado, pero… ha habido muchos miércoles y gracias a éstos voy a dejar mi rastro escrito por esta vida.  A mis hijos, nietos, bisnietos y más descendencia les quedará algo mío; bueno, un fisquito de mí y de mis compañeras, porque los libros no se tiran, son algo vivo.  Yo los quiero y han sido mi escape en esta mi vida, doy gracias a Dios por ello, y a Isabel: sin ella no lo hubiéramos visto nacer, a Mima por traerla, a Amalia por acogerla con mucho empeño y el cariño de todas.  Tenerlo nos recordará las tardes de esos miércoles de nuestras vidas.  ¡Feliz lectura!



EL BUZÓN CURIOSÓN Mary Rancel


Érase una vez un precioso buzón amarillo.  Se llamaba Pin y le encantaba conocer la vida de todos los vecinos del pueblo.  Por eso estaba tan feliz con su trabajo; cada vez que alguien echaba una carta en él, Pin la leía sin tardanza.
Un día, el bello buzón estaba haciendo tiempo a que entrara su habitual correspondencia pero…no llegaba ninguna carta a su sonriente boca.  Pasó la mañana, la tarde, llegó el crepúsculo y amaneció un nuevo día.  Su tripita continuaba vacía; ni tan siquiera habían depositado los sobres de la campaña electoral.  Quedó meditabundo, preguntándose el porqué. 
Al final de aquella trágica jornada, notó como alguien lo levantaba del suelo y lo metía dentro de algo que se movía.
 –¡Pobre buzón! –escuchó –con lo ordenado que era, ahora quedará olvidado en el depósito de los trastos inservibles. ¡Claro!, las nuevas tecnologías van cambiando nuestra manera de vivir.  Lo cierto es que la gente cada vez intercambia menos cartas; usa el ordenador, el móvil, la tableta, internet soluciona la mayoría de las cosas, es cómodo y rápido. ¡Me da una penita del buzón…!  ¡Ya está!, pediré permiso para llevármelo a la tienda de mi hija, le servirá de decoración y al mismo tiempo de papelera.  Le va a gustar mucho –concluyó aquel que reflexionaba en voz alta.

El curioso buzón respiró aliviado; sus pequeños y oscuros ojillos brillaron como azabaches y su sonrisa iluminó su regordeta figura, al tiempo que se preguntaba: ¿habrá cosas apasionantes en la papelera de una tienda?.  Sin duda muchas, se respondió a sí mismo convencido.  Así se quedó, orgulloso de su destino.