Cambiar de
rumbo quiere decir que unas veces decidimos tomar un destino y al momento
cambiamos de idea. Cierto día, salimos de casa hacia una dirección, y de
momento, nos surge la idea de tomar otro destino. Vemos un camino por el cual
nos apetecía ir y quizás sea buena idea. Descubrimos árboles frutales, allí
estaba su dueño que nos invitó, y con mucho gusto aceptamos su invitación, las
frutas estaban fresquitas y riquísimas.
Continuamos la
marcha y nos encontramos con un bar que decía “Chocolate y Churros” y nos
pareció apetecible hacer una visita, pero…me puse a recordar que yo fui un día
a una churrería, el dueño los estaba haciendo ¿saben como?, ponía todo en un
cubo y para mezclarlo metía la mano hasta el codo y a revolver se ha dicho.
¿Qué pasó? que no he vuelto más por allí. Dirán que soy delicada, pero mi estómago
no lo permite.
Un día, fuimos
a un bar que hay en la esquina del mercado en Santa Cruz, allí dentro había un
aparato dando vueltas, le pregunté al camarero qué era aquello, y me dijo que
era para mover la mezcla para hacer los churros. Ese día los comimos muy a
gusto.
Cuando salimos
por ahí a comer, ¡cualquiera sabe lo que nos comemos!.
Sí, Lucía, a veces es una cuestión de fe; cerrar los ojos y creer en el buen hacer de los demás, porque… ¡ojos que no ven, corazón que no siente!
ResponderEliminarHa veces el estómago, no resiste lo que los ojos puedan ver o la mente quiera pensar.
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