Nada más
verla, Paula creyó que no podría subirla, y es que ella llevaba años pasando
por ahí, desde que era una niña.
Su padre
siempre le mandaba a llevar la fruta por otro camino, y esa vez, ella pensó en
recortar el camino porque la fruta pesaba mucho.
Cuando se dio
cuenta de su error, ya era demasiado
tarde. Así que tuvo que pedir ayuda a un señor para que la ayudara a llevar el
cesto de uvas e higos.
Nunca más
volvió a cometer el error de subir por la cuesta.
Nadie aprende en experiencia ajena, parece decirnos tu historia. Cuando uno sufre en carne propia las consecuencias de sus decisiones, es entonces cuando la lección se aprende, aunque… no siempre es así, lamentablemente.
ResponderEliminarBuena lección nos dejas en tu narrativa. De los errores también se aprende..
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