El tren
continuaba su tránsito por aquel paraje inhóspito; aturdida por el cansancio, traté de
interesarme por el lugar. Se vislumbraba el amanecer, dándole colorido a aquel
prado donde pastaban los rebaños de ovejas, guiados por dos perros.
A punto de
llegar a la estación, animada por la
visión del paisaje, pensé en Raquel, no se imagina que voy a sorprenderla; este
año no me espera , pensará que estaré ocupada con el Congreso.
Bajo del tren
y me dirijo a su domicilio, ya en la
puerta me asalta una duda. Toco el timbre, mientras miro la caja de bombones.
Nadie acude a la llamada; mi duda se confirmó.
Quien pretendía sorprender, es sorprendida. Me gusta el uso del lenguaje que haces en las descripciones.
ResponderEliminarElocuente y perfecto relato. Me ha encantado.
ResponderEliminarEso suele pasar, el que quiere dar la sorpresa resulta ser el sorprendido. Me gustó la forma en que lo planteaste. Un abrazo.
ResponderEliminarEl relato es bonito. No te preocupes por el plantón, siempre te quedarán los bombones.Dolores.
ResponderEliminar