Sonia siempre
había creído que los políticos estaban para ayudar al pueblo, pero en una
charla con su padre pudo comprobar lo contrario.
Al atardecer y
después del duro trabajo del campo, Sonia y su padre se sentaban a charlar.
-Padre,
explíqueme eso de la política que yo no entiendo, pues aquí en el campo y sin
estudios se me hace difícil comprender.
-¡Ay hija! Me
pones en un apuro, pues desde el punto de vista de un viejo campesino harto de
trabajar, esto está muy mal; no tienes más que mirar a tu alrededor para
comprender. Tu hermano pequeño no puede ir a la universidad porque le quitaron
la beca. El mayor está en paro y le quitaron la casa, y tu madre y yo
compartimos hasta las medicinas porque no hay dinero para comprarlos. La señora
María, la que vive en el Lomo Alto, ya no lleva a su marido a diálisis porque
le cobran parte del traslado, ¡ah!... y después hay otra cosa, como tengo este
fisco de terreno y la vieja casa, no me dan la paga no contributiva. Después en
TV te recuerdan que Hacienda somos todos y tenemos que pagar la renta. Que la
democracia es igual para todos y yo no lo creo…, porque los políticos viajan en
primera clase y nosotros, el pueblo, andamos kilómetro y medio para ir al
ambulatorio más cercano porque cerraron el nuestro. Ellos se retiran con toda
la paga, el pueblo con una mísera parte. Y encima se permiten engañarnos,
diciendo que España va mejor y que estamos saliendo del atasco.
-Padre. ¿cómo
va a ser eso; cuando hay niños pasando hambre y mayores buscando comida en la
basura?. Esto parece una burla, ¿los gobernantes no son elegidos por el pueblo
y para ayudar al pueblo?
-Eso es lo que
debería ser, hija, pero esto se ha
convertido en un gran circo, donde nosotros somos los títeres y ellos los
malabaristas.
-¿Malabaristas
padre?, ¿Por qué?.
-Porque con
una mano cogen el dinero y, sin el pueblo notarlo, ya lo han mandado a Suiza.
-¡Ay padre, y
yo que quería ser política!-
-Sigue soñando,
hija…, que tal vez, con un poco de suerte, llegues a presidenta…; arreglado a
lo que se ve hoy, no hace falta mucho estudio para entrar en el Gran Circo de
la política –contestó el viejo padre, levantándose a duras penas y dirigiendo
sus pasos a la vieja casa para descansar sus huesos agotados por el trabajo y
los años.
Mientras Sonia
se quedaba pensando que todo era un espectáculo y que no era como ella
esperaba. Su padre tenía razón: esto es un Circo.
Esta interesante y lúcida conversación entre un padre y una hija; gente llana de campo, es una excusa para presentarnos una visión crítica sobre el gran circo en que nuestros políticos han convertido el país. Muy buena la forma de abordar el tema, Elvira.
ResponderEliminarLa vida es un circo, de eso no me cabe duda..Tu relato es interesante, creíble y emotivo.
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