Aquella había
sido una noche de estreno, salí de aquella habitación de hotel de la mano de
Sergio, con el convencimiento de empezaría una nueva vida con aquel regalo que
le había dejado. Temía por mí y por el alma generosa que me había
dejado aquel regalo, más que regalo, algo tan maravilloso que no sabía cómo
llamar, pero que tenía que cuidar, por las dos personas que son mi alegría y mi
fuerza para caminar.
Cada nuevo
día, cuando amanece, doy gracias a Dios por permitirme ver el sol, disfrutar de esta vida, por dejarme cumplir mis sueños. Cada
minuto me agarro a la vida, como el náufrago a una tabla de salvación y no hay
mejor tabla de salvación que la propia vida, mas si ésta es nueva.
Los días posteriores
a ese estreno los pasé sin poder dormir, porque me parecía que si dormía, no
iba a despertar, cada minuto quería estar despierta para poder luchar, segundo
a segundo, con cualquier dificultad, hasta que fueron pasando los días y
comencé a creer que aquello pasaría y llegé a la conclusión de que viviría el
momento.
Hasta este día,
en los que han pasado 9 meses y 22 días, cada segundo es nuevo para mí, voy de
estreno todos los días, cada amanecer es un rayo de luz, sin olvidar dar las
gracias a todo el que ha hecho posible este milagro.
No puede haber regalo más grande, hermoso y preciado que la vida. Emocionado y emocionante relato, Antidia.
ResponderEliminarNarras a la perfección y no es para menos. El regalo de la vida es el mejor de todos.
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