Nada más
verla, se asustó; creyó que no podría subirla. Para los ochenta y cinco años de
María, consistía en un esfuerzo sobrehumano que su cuerpo no estaba dispuesto a
realizar; pero para una mente y un espíritu tan jovial, no existen barreras,
así que comenzó una batalla carnal. Teniendo en cuenta que el tiempo que
invertiría en subirla no contaba, podrían ser una o dos horas, y el gran valor
que el objetivo tenía para ella, empleó todas sus fuerzas en llegar hasta la
casa rural, donde sus hijos y nietos habían decidido pasar las navidades este
año 2013, y al sorprenderlos con su presencia, les demostró que cuando el cariño es grande, no hay distancias
ni cuestas que se resistan, una enseñanza que sus nietos jamás olvidarán.
Gran lección, bonita historia, que nos habla de la fuerza del amor que no tiene edad, que puede con todo, que mueve ilusiones y esperanzas.
ResponderEliminarEl amor de una madre o una abuela superan todas las cuestas que se le presenten. Muy bonito Amalia..
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