Me encuentro
conduciendo mi coche, un Ford de color rojo, voy camino del Juzgado. Ustedes se
preguntarán, ¿quién es éste?. Tienen toda la razón, no me he presentado como es
debido. Me llamo Casto, pero no se preocupen, no hago honor a mi nombre.
Soy un hombre
muy conocido en las altas esferas, uno de los más sobresalientes abogados, pero
solamente en la profesión, no así en la vida privada.
Sonia, mi
esposa, ha reñido conmigo, diferencias de opiniones. Días atrás, me rogó que la
acompañara al baile, organizado por los Boys Scout, con la finalidad de
recaudar fondos por una buena causa, me resultó imposible asistir, la verdad,
es que tampoco puse interés por ir. Para solucionar la situación, he comprado
una caja de bombones, ya que son su debilidad, y así podré limar asperezas. Por
si fuera poco, Romina, mi hija, me ha encargado que le compre un libro de texto
para sus estudios, lo necesita este fin de semana, pero todavía no me he puesto
a ello.
Yo, que
soluciono los problemas de los demás, no hallo remedio para arreglar los
propios. Siempre me viene a la memoria
las palabras de mi madre reprendiéndome, al mismo tiempo que añadía cariñosamente,
¡hijo, eres un caso perdido!.
Curioso que un abogado tan famoso sea un caso perdido y mucho más si a esto se añade el hecho de llamarse Casto. No es casualidad porque tú has decidido que así sea, de forma inteligente. Ese juego de palabras hace que el relato tenga chispa e ingenio.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato Dolores, como siempre tu le pones ese toque de humor al final que tanto me sorprende. Felicidades.
ResponderEliminarCada vez mejor. No se hasta donde llegarás. Tienes un lenguaje variado e inteligente que anima al lector a no dejar nada a medias, una vez comenzada la lectura atrapa y no hay manera de dejarla inacabada.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Me hacen sentirme muy orgulosa. Cada vez me gusta más escribir.
ResponderEliminarGracias y mil veces gracias.Dolores.